Editorial

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Por qué deberías conocer la "Somática"

Del gr. σωματικός sōmatikós, "corporal". adj. Perteneciente o relativo a la parte material o corpórea de un ser animado. Sinónimos o afines de «somático, ca»: corporal, orgánico, físico. Antónimos u opuestos de «somático, ca»: psíquico.

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La somática estudia la experiencia corporal de una manera integral, con la idea de que cuerpo y mente forman un sistema indivisible. Thomas Hanna difundió este enfoque en la década de 1970, proponiendo que el cuerpo no es solo lo que vemos, sino algo que vivimos internamente. Desde ese punto, la educación somática busca aumentar la conciencia que cada persona tiene de sí, a través de ejercicios sencillos de respiración, movimiento y observación. Lo interesante es que esta práctica se puede integrar tanto en la vida diaria como en espacios terapéuticos o artísticos.

En lugar de moverse de forma automática, uno aprende a percibir cómo se activa cada zona muscular y qué sensaciones emergen durante la acción. El Método Feldenkrais, la Técnica Alexander y el Body-Mind Centering son solo ejemplos de estilos distintos, pero todos apuntan a un mismo propósito: explorar el cuerpo y tomar conciencia de patrones que a veces nos generan dolor o tensión crónica. Sentarse mal frente a la compu, tensar los hombros por el estrés o forzar la voz son hábitos que pueden transformar la vida cotidiana en una fuente de cansancio. Las prácticas somáticas ayudan a detectar y modificar esos automatismos, creando espacio para movimientos más eficientes y un bienestar real.

Fundamentos y aplicaciones

La esencia de estas técnicas se basa en ampliar la percepción de uno mismo. Quizás te suene eso de “escaneo corporal”: cerrás los ojos y llevás la atención a diferentes partes, para notar sensaciones de tensión, pesadez o ligereza. Con esa información, tu cerebro ajusta lo que haga falta. También hay métodos que usan la respiración de manera consciente, invitándote a inhalar y exhalar con intencionalidad. Esto regula la respuesta al estrés y ayuda a desactivar la sobrecarga emocional del día a día.

Otra parte clave es el trabajo con el movimiento, que no se limita al ejercicio tradicional. El Método Feldenkrais, por ejemplo, propone secuencias de movimientos lentos y suaves, casi experimentales, para reeducar el sistema nervioso y darle variedad a tus patrones motrices. La Técnica Alexander se ocupa mucho de la postura, buscando liberar tensiones innecesarias en la zona cervical y lumbar. El Body-Mind Centering profundiza en la relación entre sistemas corporales (muscular, respiratorio, óseo) y la exploración sensorial.

Estos abordajes tienen usos terapéuticos. Trabajar con gente que vive con dolor crónico o personas que han atravesado experiencias traumáticas encuentra en la somática una vía de sanación porque el cuerpo guarda memorias difíciles. A veces no basta con charlar sobre el tema. Hay que sentirlo, moverlo y, de a poco, dejarlo ir. Quien trata de superar ansiedad o estrés postraumático puede descubrir, en estas prácticas, una manera de regular el sistema nervioso de forma suave y paulatina.

En las artes escénicas, la somática lleva tiempo marcando tendencia. Bailarines y actores buscan autenticidad en el gesto y mayor presencia escénica. Además, les sirve para prevenir lesiones, mantener la frescura creativa y entender mejor cómo se desplaza su cuerpo en el espacio. No se trata de “hacerlo bonito”, sino de hacerlo con conciencia. Esa diferencia suele verse reflejada en la soltura y expresividad sobre el escenario.

Bases neurobiológicas y aportes cotidianos

Las ideas de Antonio Damasio sobre los marcadores somáticos refuerzan este campo. Nuestras experiencias no se quedan en la cabeza: viven en las redes neuronales que conectan cerebro y cuerpo. Cuando practicamos atención plena, no solo relajamos, también creamos nuevas rutas sinápticas y modificamos viejos circuitos de respuesta. La palabra clave es “neuroplasticidad”: el cerebro cambia en función de lo que hacemos a diario. Si empezamos a movernos de manera amable y a escuchar nuestras tensiones, el sistema nervioso aprende a reducir la reacción exagerada al estrés o al miedo. El trauma, por su parte, deja una huella física que la somática busca liberar con respeto y sensibilidad.

Para quien no se dedica al arte o la terapia, la somática es igual de valiosa. Un oficinista que pasa horas ante la pantalla puede integrar simples ejercicios de respiración o estiramientos con conciencia corporal, notando de inmediato menor rigidez en el cuello o en la espalda. Un atleta que incluye pausas atentas en su entrenamiento identifica desequilibrios o sobrecargas musculares antes de que se conviertan en lesiones graves. Al final del día, todos nos beneficiamos de reconocer señales internas y cuidar el estado del cuerpo que habitamos.

Lo relevante de la integración de esta "forma" de hacer, es comprender en profundidad que toda experiencia que hayamos tenido, tenemos o podemos experimentar, ha sucedido, sucede y siempre sucederá en el cuerpo, este envase complejo de comprender y habitar, que nos habilita para la única, inigualable, mágica y compleja experiencia a la que podemos acceder: la vida.


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Berenice V.