Editorial

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Los accesos oculares para acceder al interior

Es un viaje fascinante el entender a nuestros ojos como ventanas, no solo al mundo exterior, sino también a nuestro paisaje interior, especialmente en la forma en que procesamos las experiencias pasadas más difíciles. A menudo, pensamos en la vista como un simple sentido para percibir lo que nos rodea, pero la ciencia moderna está descubriendo un papel mucho más profundo y activo de nuestros movimientos oculares en la gestión de nuestras emociones y recuerdos, particularmente aquellos asociados a traumas o experiencias complejas que hemos experimentado.

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En este artículo, profundizaremos en el fascinante mundo de los accesos oculares y los movimientos de los ojos, explorando qué son, cómo se manifiestan, qué nos dicen sobre nuestros procesos mentales y, lo que es más importante, por qué podrían ser una vía poderosa para procesar y sanar las heridas emocionales, incluso más allá del conocido marco de la terapia EMDR.

Imagina por un instante que tus ojos, más allá de capturar imágenes y colores, también reflejan la dirección de tu pensamiento interno. Esta idea, central en la Programación Neurolingüística (PNL) y observada también en el contexto de terapias como EMDR, sugiere que ciertos movimientos oculares pueden estar asociados con la activación de diferentes áreas del cerebro relacionadas con la memoria visual, auditiva o kinestésica, así como con la construcción de pensamientos o el acceso a sentimientos.

Estos patrones de movimiento ocular, a menudo denominados accesos oculares, se aceptan por indicadores sutiles de cómo una persona está accediendo y procesando la información en su mente en un momento dado. Por ejemplo, mirar hacia arriba a la derecha podría estar asociado con la construcción de una imagen visual, mientras que mirar hacia abajo a la izquierda podría indicar el acceso a sentimientos o sensaciones corporales. Lo más interesante es que la observación de los movimientos oculares se ha vuelto muy famosa por su potencial para comprender mejor los procesos internos de los individuos.

Ahora, traslademos esta fascinante posibilidad de observación al ámbito del trauma o síndrome de estrés post traumático (TEPT) . Cuando vivimos una experiencia abrumadora, el recuerdo de ese evento puede en ocasiones quedar almacenado en nuestro cerebro de una manera fragmentada y cargada de una intensa emoción, estos recuerdos traumáticos pueden ser revividos de forma intrusiva a través de flashbacks, pesadillas o pensamientos angustiantes, generando un malestar significativo y afectando nuestra calidad de vida.

Aquí es donde la conexión entre los movimientos oculares y el procesamiento del trauma se vuelve particularmente relevante: la hipótesis sugiere que la estimulación bilateral a través de movimientos oculares rítmicos podría facilitar la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales, lo que a su vez ayudaría a procesar estos recuerdos de una manera más adaptativa. Es como si los movimientos oculares actuaran como un catalizador, permitiendo que la información asociada al trauma se mueva entre las redes neuronales, integrándose con información más segura y contextualizada.

Aunque la terapia EMDR es el enfoque más conocido que utiliza explícitamente los movimientos oculares para el tratamiento del trauma, la idea de que los movimientos de los ojos en sí mismos tienen un efecto sobre el procesamiento emocional y la memoria ha sido explorada en diversos estudios, incluso fuera del protocolo completo de EMDR.

Un metaanálisis exhaustivo de Lee y Cuijpers se centró específicamente en la contribución de los movimientos oculares al procesamiento de recuerdos emocionales. Este análisis, que incluyó tanto estudios de terapia EMDR, como estudios de laboratorio que investigaban los efectos de los movimientos oculares al pensar en recuerdos angustiantes en contextos no terapéuticos, arrojó resultados significativos, los hallazgos de este estudio indicaron que los movimientos oculares sí afectan el procesamiento de recuerdos emocionales en comparación con la ausencia de movimientos oculares, independientemente de si se realizan en un contexto de terapia o en un entorno de laboratorio, siendo lo más revelador el efecto grande y significativo observado en los estudios de laboratorio no clínicos, especialmente en las medidas de intensidad del recuerdo.

Estos resultados sugieren que el componente de movimientos oculares en sí mismo juega un papel activo en la reducción del malestar asociado con los recuerdos negativos. Los investigadores plantean varias teorías para explicar este efecto:

Una de las teorías prominentes es la teoría de la memoria funcional: esta perspectiva sugiere que mantener un recuerdo emocional en la mente simultáneamente con la realización de una tarea visuoespacial, como los movimientos oculares, sobrecarga la memoria de trabajo. Esta sobrecarga dificultaría el mantenimiento de la viveza sensorial y emocional del recuerdo traumático, lo que con el tiempo llevaría a una disminución de su intensidad y carga emocional. El hallazgo de un gran efecto en la viveza de los recuerdos en los estudios no terapéuticos apoya esta teoría.

Otra explicación se relaciona con la respuesta de orientación del cerebro: postula que los movimientos oculares podrían activar un reflejo de investigación o respuesta de orientación, que inicialmente genera un estado de alerta, seguido de una pausa y una disminución de la activación al percibirse la ausencia de amenaza. Este proceso podría llevar a una mayor flexibilidad y eficiencia en el procesamiento cognitivo, facilitando la integración de los recuerdos perturbadores.

Además de estas teorías cognitivas, también se han investigado los posibles cambios neurobiológicos inducidos por los movimientos oculares. Estudios que utilizan neuroimagen han comenzado a explorar cómo la terapia EMDR, que incluye movimientos oculares, afecta la actividad cerebral en áreas relacionadas con la emoción, la memoria y la atención, observadose por ejemplo, que los movimientos oculares pueden aumentar la oxigenación en la corteza prefrontal, lo que se asocia con una reducción de la excitación y una mayor flexibilidad en el procesamiento de la memoria traumática, se han reportado también cambios en el volumen de la amígdala, una estructura clave en el procesamiento las emociones.

Si bien la investigación sobre los mecanismos exactos por los cuales los movimientos oculares ejercen su efecto continúa en curso, la evidencia acumulada sugiere que no son un componente incidental, sino una parte integral de un proceso que facilita el reprocesamiento de la información perturbadora. Esta efectividad potencial podría explicar por qué la terapia EMDR ha demostrado ser una herramienta útil y basada en evidencia científica para el tratamiento del TEPT. La idea de que los movimientos oculares tienen un impacto directo en el procesamiento del trauma abre también la puerta a la exploración de técnicas o adaptaciones que se centren específicamente en este mecanismo, incluso fuera del protocolo completo de EMDR. Por ejemplo, un estudio mencionado en las fuentes intervino en traumas de abuso sexual simplificando la versión original de EMDR sin dejar de ser eficaz. Esto sugiere que el núcleo del efecto, que involucra la estimulación bilateral, podría ser aprovechado de diversas maneras.

La potencial super efectividad de las intervenciones que involucran movimientos oculares podría radicar en su capacidad para acceder directamente a los mecanismos de procesamiento del cerebro relacionados con la memoria emocional, posiblemente de una manera más directa que las terapias puramente verbales. Al facilitar la comunicación interhemisférica y potencialmente sobrecargar la memoria de trabajo, los movimientos oculares podrían ayudar a disminuir la intensidad emocional y la viveza de los recuerdos traumáticos, permitiendo una integración más adaptativa de la experiencia.

En conclusión, los movimientos oculares, lejos de ser meros movimientos aleatorios, parecen desempeñar un papel activo y significativo en la forma en que nuestro cerebro procesa los recuerdos emocionales, especialmente aquellos asociados al trauma. La investigación, aunque todavía en desarrollo, sugiere que la estimulación bilateral a través de los ojos puede facilitar la comunicación cerebral, influir en la memoria de trabajo y activar respuestas de orientación que contribuyen a la reducción del malestar y la integración de experiencias difíciles. Si bien la terapia EMDR sigue siendo el marco más establecido para su aplicación, la comprensión del poder intrínseco de los movimientos oculares abre caminos prometedores para futuras investigaciones y posibles adaptaciones en el abordaje del trauma y otras condiciones relacionadas con la memoria emocional.


Para contribuir,

Berenice